Entradas

Mostrando entradas de octubre, 2014

El parque

          Llovía. Eso podía afirmarlo con rotundidad, con tanta seguridad como le permitía su atrofiada capacidad de razonar. Llovía mucho . Eso le llenaba de orgullo, porque sabía que llovía porque él estaba allí, sentado en aquel banco salido de un cuadro de algún pintor parisino con sombrero de copa. Él podía controlar el tiempo; si él quería, podía hacer que lloviera, que nevara, que cayeran rayos y relámpagos y truenos sin compasión sobre los pobres mortales del planeta Tierra. Él era DIOS. ¡Vaya si lo era! La gente, tarde o temprano, se daría cuenta de esa inevitable situación, y se alegraría de tenerle a ÉL como Dios, y no a cualquier otro pardillo mediocre sin cerebro ni agallas que se compra la misma televisión que el vecino.     Helder pensaba en todo esto cuando se dio cuenta de que las letras del periódico ya eran ilegibles. La lluvia era cada vez más fuerte, y era implacable: nada ni nadie que estuviera debajo podría sa...