El bosque
…resbala sobre una noche despreocupada. Se precipita hacia el punto incoloro sin rostro, sin el sabor de su propio aliento… …Se alzaron sus débiles muros de carne y tras ellos las estrellas buscaron su reflejo. Nada. Sólo figuras amables pero vacías, con voz pero sin ella. Nada. Retoza entre la hierba, se deja llevar por los juegos bajo la atenta mirada de las Sombras. Y entre sonidos y luces y colores encontró su cuerpo. Pelaje verdoso, hocico inquisidor, ojos de oso, alma de poeta. Comenzó a andar sobre las plantas de sus rollizas patas. Agujas de oro puro escaparon de su esponja yerma y se clavaron en las Sombras. Pero eran inmunes a su veneno inocente. Sólo el ruido de la oscuridad monocroma. Él se tambalea sobre un alambre invisible, buscando la orilla de sí mismo. Sus pupilas se acostumbran a las Sombras, penetran violentamente en su verdad. Ya no son Sombras, sino Árboles de piedra. Cientos, miles...