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Mostrando entradas de junio, 2001

El bosque

…resbala sobre una noche despreocupada. Se precipita hacia el punto incoloro sin rostro, sin el sabor de su propio aliento… …Se alzaron sus débiles muros de carne y tras ellos las estrellas buscaron su reflejo. Nada. Sólo figuras amables pero vacías, con voz pero sin ella. Nada.      Retoza entre la hierba, se deja llevar por los juegos bajo la atenta mirada de las Sombras. Y entre sonidos y luces y colores encontró su cuerpo. Pelaje verdoso, hocico inquisidor, ojos de oso, alma de poeta.      Comenzó a andar sobre las plantas de sus rollizas patas. Agujas de oro puro escaparon de su esponja yerma y se clavaron en las Sombras. Pero eran inmunes a su veneno inocente.      Sólo el ruido de la oscuridad monocroma. Él se tambalea sobre un alambre invisible, buscando la orilla de sí mismo. Sus pupilas se acostumbran a las Sombras, penetran violentamente en su verdad. Ya no son Sombras, sino Árboles de piedra. Cientos, miles...

La inmutable contradicción (trasfondo de un personaje de Changeling: El ensueño)

     Se despertó sobresaltado. Un sudor frío le resbalaba por la frente y sus manos sudorosas buscaron a tientas el interruptor de su vieja lámpara. La luz le cegó fugazmente y sus pupilas se contrajeron con violencia, mientras Juan intentaba, en vano, recordar la terrible pesadilla que se había apoderado de su Mente mientras dormía. Permaneció tumbado, boca arriba, fijando su mirada en el vacío del techo. Poco a poco su respiración volvió al ritmo habitual y Juan pensó inmediatamente en lo mucho que le costaría levantarse de la cama. ¿Qué hora era? El radio-despertador en forma de oso marcaba las cinco de la mañana; ya no valía la pena intentar dormirse de nuevo.      S e frotó la cara con las manos, suspiró con fuerza y apartó las sábanas. El frío le invadió como un punzón afilado y corrió hacia la ducha. ¿Dónde había dejado el albornoz? “Albornoz” venía del árabe, pensó, y recordó que esa tarde tenía clase con Hamed. Se movió lentamente hacia el baño....