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Mostrando entradas de 2015

Nada jamás se detiene

          Observo a la gente pasar a mi lado, como fantasmas dirigiéndose al Paraíso. Todos miran hacia adelante, siguiendo un punto entre la niebla o el humo. Y yo observo, pero miro hacia adentro, y siento durante un instante ese crepitar de la sangre. El pulso se acelera, porque todo (la gente, el árbol, la tierra seca, la brisa repentina, un rayo de sol sobre mi brazo, la hoja en la que escribo,...), todo parece tener un color, un sentido.      Todo se mueve hacia algún sitio; incluso la hierba busca su sustento. Y nosotros nos movemos, aún estando quietos. El tiempo arrastra consigo la vida, la levanta, la impulsa y la detiene, pero nunca cesa.      Manos entrelazadas, un beso bajo el semáforo, dos perros jugando felices entre los arbustos. Hay gente que ansía el dinero, otros buscan la comodidad o la salvación; otros, amar o ser amados, alguien a quien proteger o alguien que les de consuelo. Unos bucean en el ...

Ser y estar

      Últimamente me he dado cuenta de que cada vez tenemos más prejuicios. Y no me refiero a los "clásicos" prejuicios, sino a la actitud en sí, a prejuzgar. Nos relacionamos más mediante Facebook y Whatsapp y menos de tú a tú, y eso nos lleva a la opinión inmediata, a la presuposición, a una apariencia de profundidad. Y eso no ocurre sólo con la gente desconocida: a veces son los amigos a los que uno menos tiempo les dedica, porque da por hecho que están ahí y seguirán estando.       La gente cambia, las vivencias le cambian a uno y uno también toma decisiones que cambian su vida. Y no siempre se comparten, cada vez menos. Resulta muy frustrante dedicar tu vida a buscar la verdad y la felicidad (la de uno, la que a uno le hace feliz), sentir que luchas día tras día por mantener las ilusiones, por no sucumbir al tedio y a la resignación, por ser tú mismo en un sentido trascendente, y que haya gente que se empeñe en mantenerte encadenado al Yo q...

Pánico en libertad

     Sentí pánico.       No era un miedo intenso, no: éste puede controlarse. Pero el pánico te controla a ti, pierdes tu libertad, te conviertes en un títere, un ser insignificante encerrado en un cubo de cristal insonorizado. Te arde el corazón, te cosquillean las manos, se te nubla la vista y lo percibes todo a tu alrededor como en un sueño: intangible, contingente, despedazado. Tus sentidos se derraman hacia el interior, hacia lo profundo, y notas cada gota de sangre golpeando tus arterias, como una estampida. Tu garganta se cierra, para que no grites, todo tú una bomba nuclear, contenido, esclavizado, irreal.       ¿Que qué es sentirse libre? Saber con absoluto convencimiento que no hay nada ni nadie que pueda controlar tus decisiones o tus actos. Que no haya nadie sobre ti, con poder suficiente para manejar los hilos. Que abrazas la responsabilidad absoluta: todas y cada una de tus acciones las decides tú, por tu propia volunt...