Alegría.

    El elefante hindú suspiraba sobre las sábanas de seda. Su mirada era el desamor, el hastío, una intimidad de hojalata y jengibre. Miró el reloj; sus pestañas se arrastraban por el suelo y convertían el aire en polvo dorado. Y entonces despertó, y se rió, y bailó sobre el colchón con campanillas dulces y en éxtasis religioso. La alegría de vivir le alcanzó de pleno y el corazón se le llenó de mariposas y colores arcaicos. Era puro Amor.

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