Palpitar


    ¿Alguna vez has sentido esa palpitación intensa en el pecho, como si el alma fuera a salirte por la boca, conmovido hasta lo más profundo, todo tu cuerpo tembloroso y ávido de vida? Te despiertas, atado a tu cuerpo como un árbol a la misma tierra, uno pero diferente, y observas las paredes, el techo distante, la penumbra del que olvida incluso su nombre. Te levantas a duras penas de tu confortable excusa…y paseas. Te mueves por la casa sin rumbo, inquieto, los sentidos pegados al paladar, los ojos secos, la Pena tan dentro, tan tuya, que no deja sitio a la Imaginación. Tu cuerpo tiembla, tu mandíbula lucha por gritar todo aquello que en su momento le fue vetado, y lloras, sin más, lloras porque sí, por lo diferente que es todo, porque sabes que no es esto lo que querías, porque te has dejado llevar por quien no debías, les hiciste caso, no luchaste lo bastante. Toda tu vida diciéndote que a ti no te va a pasar, y finalmente eres una Sombra más. Pero…no. Una sombra consciente. Una Sombra que aún sabe que ha sido prisma de color alguna vez, y que no sentía vergüenza por ello. ¡Cuánto esfuerzo inútil en avergonzarnos de ser nosotros mismos! Porque al final, lo seguimos siendo. Y abres los ojos y te ves al espejo, cansado, dormido, abatido por lo Gris, y reconoces que para ti esa lucha, la Lucha, no es una tontería, crees en el cambio, crees en la vida, en la música, en el arte, en las caricias, aborreces el hielo y las manos vacías, persigues la belleza y huyes del grito. Te das cuenta de que es real, más real que las facturas, el coche, esa relación fantasma, esa obligación auto-impuesta. Y lloras otra vez, pero no de pena, si no de alivio, cuando todo Lo que eres explota y arrastra como en una riada a En lo que te has convertido, y suena otra vez la Música, y ves tu cuerpo bailando, bailando, asomas la cabeza por el balcón de lo posible y ves esperanza, y corres, corres por el camino del deseo, y sudas, sudas tanta angustia y tanto dolor y tanta palabra arrepentida , y abrazas, abrazas el aire, comprendes lo obvio, te sumerges en en el río del ritmo, saltas, juegas con los límites de tu mente. 

    Loco sí, pero real, realizado a sí mismo, valiente y en el mundo. Situado en el espacio y en el tiempo. Capaz no de todo, ni yo solo, pero sí de mucho más de lo que jamás me permitieron pensar. 

    Despojado del Nombre, de la Cosa, 

    del Yo.


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